Después del COVID-19, la soledad y la depresión se han convertido en un verdadero problema de salud pública, afectando tanto el cuerpo como la mente y el espíritu. El Dr. Jesús Costa explica que hoy la depresión se entiende también como un proceso de neuroinflamación, vinculado al estrés, los traumas, la alimentación, el sueño y hasta el equilibrio de la microbiota intestinal. La soledad, por su parte, impacta en las mismas áreas cerebrales que el dolor físico y puede ser más letal que el alcoholismo o los accidentes de tránsito, lo que llevó incluso al Reino Unido a crear un “Ministerio de la Soledad”.
Frente a esta realidad, el especialista subraya la importancia de los vínculos humanos, el amor, la contemplación, la meditación, el canto o el contacto con la naturaleza, prácticas que ayudan a calmar la mente y dar un nuevo sentido a la vida. Recuperar la conexión con uno mismo y con los demás es, hoy más que nunca, una herramienta esencial para prevenir la depresión y el sufrimiento que genera el aislamiento.